El adalid de la gestión privada llegó al Ayuntamiento con ganas de reformar. Tenía muchos amigos a los que complacer y a lo largo de sus años de gestión fue haciendo favores a estos, cediendo la gestión de los servicios públicos a empresas privadas propiedad de sus coleguitas.
Uno de los pedazos más maravilloso del pastel corporativo aún no se había repartido entre los amigos del alcalde. Ese pedazo era la concesión de licencias urbanísticas.
No era fácil convencer a la opinión pública para que tragara con eso, por ser la cuestión de las licencias algo bastante codiciado, y sobre todo conforme está la situación del suelo y de la vivienda en la capital del reino.
Desde hacía tiempo ya se sabía había una empresa que sería la que se haría cargo de las licencias en el futuro. Solo había que esperar.
¿Cómo hacer que la opinión pública consintiera que un amigo se haga cargo de la gestión de las licencias urbanísticas? La respuesta es sencilla. Haciendo que el servicio no funcione.
Desde hace mucho tiempo la sección de licencias del Ayuntamiento está colapsada de trabajo y no se contrataba nuevo personal. ¿No es extraño que con el “boom” del ladrillo no se necesite más gente para la gestión de las licencias de ladrillos? Hay ejemplos graciosos como que para abrir un local se necesita la autorización de un Técnico de Medio Ambiente. Pues sólo hay un Técnico de Medio Ambiente para todo Madrid. De ese modo los expedientes de licencias quedaban parados durante no meses, sino años. Pensad que para que abra un bar tiene que tener el consentimiento de ese señor, y otra cosa no, pero bares en Madrid, hay alguno que otro.
Con esta situación, si tú eres un rico empresario que necesita su licencia, y si queremos que los plazos corran no hay mejor bálsamo que el dinero para que tu expediente siga sin problemas y en uno tiempo aceptable. Y ya que se cobra por que el tiempo pase más deprisa se podrá cobrar también para que se haga un pelín la vista gorda con pegas que te podrían denegar esa licencia.
Ahora solo hace falta decir que un pájaro dice que por ahí huele regular, levantas una tapa de alcantarilla y las ratas echan a correr. Ahora la agenda estará clara:
1.- Se destapa el asunto
2.- La opinión pública se escandaliza
3.- Sale el alcalde diciendo que eso está muy mal y que hay que ser duros con los corruptos y patatín y patatán y que habrá que hacer cambios para que no se vuelva a producir.
4.- ¿Qué mejor cambio que la privatización del servicio?. Obviamente (según el adalid de la gestión empresarial) en las empresas privadas no hay corrupción, o si la hay por lo menos que se facture.
5.- Un amiguete hace un buen negocio.
El vicealcalde sale a la palestra y dice que los que salían untados eran los trabajadores, que no hay ningún responsable político en el meollo. Craso error. Lo bueno de ser político es que no duelen los riñones con el trabajo, lo malo de ser político es que el único trabajo que se tiene es tener responsabilidades.
Tan responsable es el que comete el delito como el que ha permitido que suceda. Y en este caso no sólo se ha permitido, sino que se ha alentado la comisión del delito con la deficiente forma de gestionar el servicio.
Y no quiero con esto decir que los funcionarios son unas pobres víctimas de una trampa, no porque por la filosa se lo han llevado crudo y se han aprovechado de su ventajosa situación, pero los cargos políticos del ayuntamiento tienen responsabilidad en la situación de la que deberían responder, aunque mucho me temo que serán cuatro cabezas de turco los que caigan.